martes, 18 de octubre de 2011

Opinión globalizada


Tal vez mi actual problema es que tengo demasiado tiempo para ver televisión.

Hace unas horas estaba sentada en la sala de casa viendo el noticiero que se acostumbra. La conductora anunció un video "fuerte" y pidió que de haber niños frente al televisor, se les retirara de su sitio durante un momento. Enseguida, su compañero dio la entrada al video en el que se pudo observar (apoyado con una narración) a una pequeña de aproximadamente 2 años de origen japonés caminando sola frente a unas bodegas, la niña llegó hasta media calle (que se veía estrecha y rodeada de negocios y personas) y se detuvo, justo en el instante una camioneta la embistió y se detuvo antes de que las llantas traseras terminaran de atropellar a la niña, pero en el instante retomó su camino y las llantas traseras de su camioneta, también pasaron por encima de la pequeña. La camioneta no se detuvo y salió de cuadro, segundos después un nuevo vehículo pasó por encima del cuerpo de la niña y tampoco se detuvo. 
Casi en el mismo momento, pasó una especie de bicitaxi y algunas personas, vieron a la niña, pasaron por su lado y algunos incluso la esquivaron. Nadie se detuvo.
Un instante más tarde, una señora toma a la niña y la lleva hasta la orilla de la calle, y la recuesta junto a unos bultos, voltea a todos lados pidiendo ayuda (a decir del narrador) y prontamente se acerca otra mujer y toma a la niña en brazos y sale de cuadro.
Los conductores del noticiero comentaron entre ellos que la mujer que tomó en brazos a la niña la llevó al hospital y que al parecer, la pequeña murió; también informaron que el inmueble del que sobresalían los bultos (mismo que anunciaron como bodega) era un mercado donde trabajan los padres de la menor.

Una situación lamentable. 

Los conductores del noticiero siguieron cruzando comentarios al respecto pero hubo dos que en particular llamaron mi atención:
"ésto pasó en Japón pero podría pasar en cualquier lugar del mundo"

Estoy de acuerdo, una situación similar puede sucederse en cualquier lugar del mundo. No perdamos de vista nunca, bajo ninguna circunstancia a los niños.

"ésto debe decirnos algo acerca de la indolencia y frialdad que mostramos todos en el mundo como seres humanos, que nadie se detiene a ayudar a una niña pequeña"

No puedo estar de acuerdo con eso, no puedo pensar que en cualquier lugar del mundo al ver a una niña recién atropellada, nadie sea capaz de detenerse a auxiliarla, no puedo creer que eso suceda en México particularmente. No imagino que en las calles de La Merced, los mismos comerciantes vean y esquiven "indolentemente" a la niña atropellada, no puedo imaginar que en las calles de cualquier mercado o bodega alrededor del país, nadie detenga a la niña desde que se enfila caminando hacia el arroyo vehicular. 

No todos andamos tan indolentes o tan fríos por la vida, señorita conductora. 
No globalice su opinión  por que afortunadamente los valores y las actitudes morales siempre serán cuestión de cada quien.

martes, 13 de septiembre de 2011

Viendo TV


Hace un par de horas estaba yo sentada frente al televisor sintonizando un programa de revista. De pronto, uno de los presentadores anunció y comentó un video en el que se podía ver a un hombre sosteniendo 8  pequeños platos con su respectivo vaso para té (el hombre era -según el presentador- egipcio, ahí el motivo de que sean vasos y no tazas). Una vez que logró sostener todos los platos, se dispuso a colocar 4 más de éstos en fila sobre una mesa que tenía a su costado, enseguida, con la mano derecha vertió un poco de té en el total de los 12 vasos, terminado ésto se dispuso a colocar en forma de torre los 4 platos de la mesa sobre los 8 que ya sostenía con uno de sus brazos. 
Podía verse que el hombre en cuestión trabajaba en un restaurante: llevaba un delantal blanco tipo mesero y a sus espaldas se podía ver una barra con tarjas de metal y ollas colgando de una viga metálica. 

Imagino que una vez que logró la proeza de colocar los 4 platos en torre, se dispuso a salir de la cocina y entregarlos a los comensales; el video terminó antes de que pudiera confirmarlo. 


El resto de los conductores del programa, comentaron el video con el presentador, girando sus comentarios en torno a la destreza y habilidad del mesero. Justo antes de que se presentara un nuevo video, una de las conductoras dijo: 
"- tráiganlo, yo lo contrato para mi casa-"
Nadie prestó mucha atención al comentario y prosiguieron a reproducir un video más y comentarlo.
Tal vez yo debí hacer lo mismo que ellos e ignorar el comentario de la conductora por que al final, resultaba irrelevante que lo dijera, irrelevante e incluso obvio y predecible.
Pero lo cierto es que pensé ligeramente en ello.

El hombre-mesero tiene talento para servir en un solo "viaje" 12 vasos de té, ¿qué va a hacer en una casa? Sin importar a quien pertenezca dicha casa. En ningún momento se dijo que él prepara el té o que también fuera un gran cocinero, su talento es servir sin derramar y sin romper 12 vasitos de té.

La conductora pasa fuera de su casa más de medio día y vive únicamente con sus 2 hijos. Suponiendo que en realidad terminara por contratar al mesero, el hombre en su casa vendría siendo más una atracción para las visitas que un mesero.

Tal vez resulte exagerado pensar que realmente lo va a contratar puesto que lo dijo en un momento en el que resultaba lógico decir algo así como una forma de "reconocer" el talento del hombre, sin embargo yo siempre he pensado que uno debe poner especial cuidado en lo que dice.
Nuestras palabras dicen mucho más de nosotros de lo que cualquiera se pueda imaginar.
La conductora estaba reconociendo la habilidad del mesero y en automático pensó en tenerlo para ella misma, para su casa y su deleite aunque el hombre únicamente pudiera servir grandes cantidades de té 1 vez por mes.

Me parece muy egoísta por su parte señora conductora querer hipotéticamente contratar para su servicio doméstico a alguien que encontró su habilidad y el lugar para desarrollarla en un lugar público, donde atiende a decenas de personas a diario.

Me quejo no de la conductora, si no de la actitud de querer para nosotros algo que brilla justo donde está.
Dejemos que cada quien encuentre su lugar sin pretender acaparar todo "lo mejor".

No llevemos la ambición a la frontera del absurdo.

martes, 7 de junio de 2011

Compartir

Yo tengo algunas cosas para compartir, no son muchas realmente y quizá tampoco tengan el sello de la mejor calidad pero están ahí, a la orden para compartir.
Tengo un par de abrazos y muchas palabras, tengo tiempo y espacio en un sillón, en una silla y en una mano. Tengo un beso pausado y una historia infinita, un olor a lilas y brisa matutina, un pedazo de papel y una cuchara.
Tengo canciones, caramelos y una sonrisa insistentemente chueca. Tengo muchas quejas y pasajes históricos. Un audífono, un "sí", un "no", un mal humor.

Y todo...para compartir. Del verbo: vívelo conmigo. No puedo regalártelo, perdóname. Ni a tí ni a nadie. Lo compartiremos y será nuestro, pero no puede pasar a ser solo tuyo, lo siento.

Mucho tiempo entre caminar y correr, regalé abrazos y ya sólo me queda un par, aventé sin mirar mis palabras y se olvidaron, envolví en pequeñas cajas mucho de mi tiempo y lo vi malgastado. Al dar el espacio de mi sillón y de mi silla, yo misma me quedé en el suelo. Mira mi mano, se ha hecho de cicatrices de tanto darse y olvidarse. Mi beso se pausa de miedo, no de ansiedad y al escuchar la historia infinita, podrás sentir las omisiones, los pedazos rotos, los inconclusos. De las lilas y de la brisa sentirás apenas una caricia y el papel que te ofrezco está arrugado y tiene borrones. La cuchara es de peltre y pareciera sacada de una película mexicana. Las canciones son cortas y con melodías tristes y es muy probable que no las hayas escuchado antes y tengas que prestarles mucha de tu atención; de los caramelos ¿qué puedo decirte que no sepas ya? seguramente te los daré en cantidad para después asaltarte furtivamente uno en cada oportunidad. Mi sonrisa chueca poco fotogénica y cada vez más inconstante. Mis quejas inacabables e incompresibles y pasajes de historia que cuento como si lo hubiese vivido...lo mismo la guerra de Vietnam que los asesinatos de chilenos allá por los 90's. Cosas que aburren a la gente... Mira si he de ser necia que te comparto un audífono para no perderme ni un segundo de lo que puedo ofrecerte. El "sí" que te puedo compartir, viene a cuenta gotas y llega de forma inesperada, el "no" te lo doy en un grito y en un sollozo inaudible. Te ofrezco vivir conmigo un mal humor del que no siempre serás protagonista...

Soy consciente de que no te ofrezco mucho y de que encima, te pongo condiciones. Pero ésta soy yo. Al menos puedo asegurarte que todo lo que te comparta, nunca te hará falta y siempre estará ahí tomando la forma de mi voz y de mi cuerpo.

domingo, 22 de mayo de 2011

Diálogos I

-En los últimos días me he dedicado a aprender de forma involuntaria cuestiones de la vida que yo no había siquiera volteado a mirar. Es decir, sabía que existían y también sabía que estaban ahí, cerca, al acecho, cruzando la calle, abriendo la puerta, goteando del techo en las tardes lluviosas...Del mismo modo sabía que algún día se convertiría en una necesidad aprenderlas, pero no tenía prisa, no me causaban curiosidad y tampoco dedicaba mucho tiempo a pensarlas-

-¿De qué cuestiones hablas?-

-Cosas, de la vida, de esas que todo el mundo sabe. O todo el mundo las aprende, o casi todo el mundo. Creo que sí, que todo el mundo las aprende y las sabe pero en diferentes formas y en diferentes momentos y por eso las viven de formas distintas. De todos modos yo las estoy aprendiendo de forma involuntaria y eso lo hace distinto. O al menos eso creo-

-Sigo sin comprender de que cuestiones hablas-

-Pues cosas...lo realmente importante es que nos centremos en que el aprendizaje no fue decisión mía. Que sea involuntario, no debe ser la más brillante de las ideas. Creo que el hecho de llevarlo de ese modo, va a resultar doloroso y va a provocar confusión. Aunque no sé, también he pensado que el ser humano aprende muchas cosas de ese modo-

-A mí más bien me parece que te estás resistiendo a aprenderlo (sea lo que quiera que sea de lo que hablas). Lo que no sé es ¿por qué te resistes?-

-Por que no es normal. Aprender ésto me llevará a situaciones que no son normales-

-Nunca te has distinguido por vivir situaciones "normales", ¿qué te preocupa?-

-No sé...-

-Averígualo y regresas....-



domingo, 24 de abril de 2011

Precios

Dice la maestra Cecilia que a veces, el precio por ser quienes somos es muy alto y cuando lo pagamos nos damos cuenta de que en realidad, no valió la pena.
Por su parte, Mulán dice que al demostrar quien realmente es, "gran dolor podría causar".

Yo le rebatí a la maestra Cecilia y muy sobrada de mí misma le dije que yo no lo creía, y que egoístamente, prefería pagar ese precio, por muy alto que fuera.
A Mulán no le discutí nada, pero igual lo pensé.

Justo en estos días, han llegado hasta mi puerta varios recibos que debo pasar a pagar por ser quien soy, algunos me llegan cada mes con la cuenta del teléfono y ya entran dentro del presupuesto acostumbrado, pero hay unos que son nuevos y que me llegaron con una suma que no sé si quiera pagar; pero pues tampoco puedo quedarme con la deuda eternamente...

martes, 19 de abril de 2011

Cartas

Perdí la buena costumbre de enviar cartas. No me acuerdo donde, mucho menos me acuerdo por qué pero sé bien que la perdí; o tal vez me la robaron. En realidad no importa mucho.

Los decires de Carla Morrison me hicieron desear enviar cartas y eso sí es algo que viene importando mucho para ésta entrada por que aquí es precisamente donde se me antojó enviarlas. Puede que sea por cobardía a enviarlas al destinatario único para cada caso o puede que sea por que quiero alardear de lo que diré en dichas cartas...en realidad no quiero ponerme a pensar en la génesis del asunto por que me llevaría a una introspección que ando queriendo evitar desde que me dí cuenta de que mi costumbre de enviar cartas había desaparecido.
Comencemos pues.

Seis letras dos puntos
No puedo decir que te merezcas una carta por que nunca he acostumbrado eso de dar las cosas por merecimiento, ten por seguro que si lo hiciera de ese modo, daría mucho menos de lo que doy de mi misma a los otros. No me malinterpretes, tampoco estoy diciendo que no te la merezcas, simplemente digo que te la quiero dar y punto. ¿Sencillo, no? Sé que para tí no lo es tanto.
Buenos los ratos que hemos compartido, la sombrilla que se posa justo por debajo de la nube negra que me sigue a donde voy, me dice en silencio que lo haga durar, que haya más ratos de esos, y yo, con voz bajita, casi en un susurro le pido que no me diga nada porque junto a tí he aprendido que cuando uno quiere embotellar esos momentos, es cuando menos buenos saben.
"Que duren" le digo y te digo así sin más.
No sé si te hayas formado una idea de lo mucho que te vengo queriendo en éstos días, pero pues en un lenguaje claro y suficiente te digo que te quiero como para darte un abrazo que dure mil años. Eso sé que si me lo entiendes.

............

Cinco letras dos puntos
¿Qué tan cercana se puede volver la gente? Alguna vez alguien me dijo que el amor es cuando las personas están cerca de tí de continuo, que el amor es cuando el hecho de que alguien esté contigo ya no representa novedad, que vives con ellas, te enojas con ellas y sigues amándolas con la misma intensidad, sin decepciones y sin ataduras. Habría que pensar al respecto pero sí algo sé es que estás en mi vida de continuo y sin novedad pero siempre con una sorpresa recurrente. ¿Cabe pedirte que te quedes? ¿Sí?, entonces te lo digo como la antesala del resto de la vida: Quédate.

............

Cuatro letras dos puntos
A veces me parece mentira recordar esa grieta que se abrió entre nuestras manos una vez, y sin embargo, vivo convencida que el buscar saltar la grieta es lo que nos tiene hoy sentadas aquí, justo al lado de la otra cantando canciones tontas y limpiando lágrimas en cada oportunidad. ¿Quién mejor que tú para hacerlo? ¿Quién mejor que yo para pedirlo?
Que importante te volviste de pronto, de rápido, de una vez y para siempre. Mi hermana, mi cuatro letras, mi chica. Esa que me canta vía mensaje de texto y recibe mis regaños vía tweet.

Los amos fitipaldis, sépanselo.
Paulina Vargas López


domingo, 17 de abril de 2011

Vuelo de prueba

Ayer llegué a la sala de espera con mi pequeña maleta y mis lentes de caricatura.
"Ésto es un sueño, en la vida real yo no uso lentes oscuros porque pues...no veo"
No había mucha gente en la sala, pero ese es un dato que viene siendo irrelevante y completamente natural si recordamos que ésto es un sueño.

-Señorita Vargas, acompáñeme- oí decir a una mujer alta y esbelta que apenas me miró y yo pues...hice lo que me pidió: la seguí a unos diez pasos por detrás.
-Éste es su uniforme y ahí esta su avioneta, recuerde que solo es el vuelo de prueba y no hay nada que temer-

¿Qué podía pasar si todo ésto es un sueño? Me puse el uniforme con el que me veía un poco temeraria y también un poco fuera de época: pantalones color arena con bolsas múltiples, zapatos del mismo color, blusa blanca sin mangas y mis lentes de caricatura; me subí a la avioneta y no tuve ni siquiera vértigo. Se sentía bien, a decir verdad.

-¡¡Tome el volante señorita Vargas!!, ¡¡Debe dar vuelta a la llave!!- me gritó la mujer esbelta que ya no se veía tan alta desde el asiento principal de la avioneta.
Levanté mi pulgar derecho y se lo mostré con una sonrisa chueca; en seguida tomé el volante con la mano izquierda y con la derecha dí vuelta a la llave. El motor de aquella pequeña avioneta comenzó a traquetear y las llantas empezaron a girar más rápido de lo que hubiera querido.
Todo ésto no es más que un sueño, un vuelo de prueba en un sueño.

En menos de dos minutos yo ya estaba volando aquella avioneta. Fue sencillo; era un sueño al fin y al cabo.
Dí algunas vueltas y me sudaron las manos al ver lo lejos que estaba de la sala de espera. Sentí el aire en mi rostro y ninguna gota de brisa empañó mis lentes de caricatura.
Todo salió bien, un vuelo de prueba digno de un buen sueño.

Logré aterrizar a unos metros del lugar de despegue y es que bueno, no todo podía ser posible aún siendo un sueño.
Descendí de la avioneta y comencé a sentirme mareada, no vi a la mujer esbelta por ningún lado y tampoco tenía mucha idea de donde buscarla.
El mareo se hizo considerablemente más intenso y logré sentarme antes de caer desmayada porque eso hubiera sucedido. Es un sueño y puedo adivinarlo.

Sentí que alguien me sacudía tomándome por los hombros y abrí los ojos esperando ver a la mujer esbelta a través de la negrura de mis lentes de caricatura, pero no.
Lo que vi fue la claridad del rostro de mi maestra, de mis maestras, todas ellas en una sola.

-"Toma el volante y gira la llave Paulina, éste es el bueno"- dijeron ellas al unísono y supe que no era más un sueño, mucho menos un vuelo de prueba.


jueves, 10 de marzo de 2011

De camino

Ésta tarde, de camino a la biblioteca Vasconcelos, le puse mayor atención a la gente. Es decir, regularmente lo hago pero termino dispersándome, siempre encuentro algo que me desanima y prefiero mirar hacia las ventanas, mis uñas, el reloj que está en el tablero del microbús, en fin... siempre hay algo que mirar.

Pero ésta tarde no encontré nada que me molestara lo suficiente como para distraerme... eso, o mis niveles personales de tolerancia se encontraban altos. Quizá nunca lo sepa.
El punto es que hoy, viendo a la gente, vi a alguien diferente. Vi a una de esas personas que desde que nace, se sabe que es diferente. Todos los que la vemos, y tenemos la cordura adecuada ( más no la suficiente) podemos darnos cuenta. La vi largo rato, y si se dio cuenta, pareció no importarle demasiado. Supongo que ya está acostumbrada a que la miren y su benevolencia la obliga a no sentirse ofendida.

Me pareció bonita, pero incluso en su belleza, era diferente. Era fácil encontrarle uno que otro defecto, pero no por ello dejaba de ser bonita.
Seguro que la mayoría no piensa lo mismo que yo. A las personas les gusta lo común por que los hace sentir en sintonía. Lo que es común, casi por descontado, también es cómodo.

Veinte minutos duró mi camino y debo confesar que en más de una ocasión sentí la tentación de hacer lo que venía haciendo el resto de la gente. Pero fui lo suficientemente fuerte como para recordarme que aquello no estaba bien y que en ella, había más de mí de lo que ambas podíamos reconocer.


sábado, 26 de febrero de 2011

Pido un aplauso

Parece que ya se ha vuelto costumbre eso de escribir cuando no ando de muy buen humor.

Estoy sentada en esa silla que hace ya varios meses mi padre me comprara en mitad del camino; uno más de esos caprichos de niña pequeña que el señor tiene a bien -y a mal- cumplirme. Me encuentro frente a la vieja mesa de mi abuela de la que pude obtener la custodia gracias a los poderes de mi madre. Al comenzar ésta entrada, se escucha "Lo pasado, pasado" en voz de "La maldita vecindad", con ellos o con José José o con Juan Gabriel, o con algún aventurero del karaoke, todos la hemos escuchado, al menos una vez.

Hoy me supo diferente. Hoy si sentí que lo pasado ya no me interesa, y pido un aplauso por ello. No lo pido por el amor que a mí llegó por que ese, se esconde y encuentra escondrijos cada vez que alcanzo a divisarlo, pero al menos, tengan, mis estimados, la indulgencia de aplaudir junto conmigo por que lo pasado, ya no me interesa.

sábado, 19 de febrero de 2011

Asuntos importantes

No tengo muy buen humor el día de hoy.
Me preocupa mi tesis y mi titulación. Sé lo que tengo que escribir y sé como escribir, pero no logro conectar ambos saberes.
Pesa demasiado sobre mi mano -y aún más- sobre mi cabeza todo lo que se espera de ese documento, todo lo que se rumorea sobre mí escribiéndolo. Jamás he sabido rendir cuentas de lo que hago y por el momento no es la excepción. Escribir algo y pensar que en pocas horas mi asesora lo estará leyendo, me congela; encuentro entre mis palabras, mil errores que seguramente ella verá y ante los que marcará correcciones con tinta roja.
Mi asesora es una bella persona y me tiene paciencia, no quiero que ésto se malinterprete. Seguramente lee mis trabajos como lee los del resto de mis compañeros y corrige los mismos errores, pero mi egocentrismo me hace pensar que les presta una especial atención, y por lo mismo, las cuartillas se reducen cada vez un poco más y mi mente se cierra con mayor ahínco.
No quiero quedar bien y tampoco quiero impresionar a nadie; a decir verdad, no sé muy bien lo que me pase. Sólo sé que voy lento, excesivamente lento y que eso me preocupa.

domingo, 23 de enero de 2011

Clementina

Hoy no puedo hacer más que llorar. De todas las personas puedo tolerarlo, soportarlo e incluso, acostumbrarme a ello. Pero no de tí.
Nos vamos a terminar matando la una a la otra y habrá ganado la que muera primero por que la culpa se comerá lo que quede de la otra.

Clementina: abre tus ojos y mírame ahora. Ve lo que has hecho de mí. Reconócelo y vete, como siempre lo haces, huye si así lo prefieres, pero déjame saber que al menos, te has dado cuenta de que todo es por tí.

martes, 4 de enero de 2011

La fiebre y sus amenazas

Anoche me fuí a dormir con la voz de Cerati que se ha vuelto una terrible obsesión.
La voz de Cerati me llevó a pensar en un joven de mediana estatura con cabello rizado caminando hacia mí y mi acompañante enfundado en una chamarra de cuero. El joven de cabello rizado y chamarra de cuero me llevó a pensar en otro joven, en uno más alto y extremadamente delgado que lo mismo me sonríe que me regaña y me abraza. El joven alto me llevó a pensar en una niña de coletas sentada en una banqueta platicando con un niño tímido y callado. Ambos niños me llevaron a pensar en una temerosa clase de catequesis en una casa habitación oscura. La clase de catequesis me llevó a pensar en una iglesia de pueblo con el atrio lleno de pasto y aves. La iglesia y su atrio me llevaron a pensar en una quinceañera con vestido lila, sonriente y hermosa como nunca en su vida. La sonriente quinceañera me llevó a pensar en la pintura nocturna de un bosque y la imposibilidad de transportarlo debido a su tamaño. El tamaño del cuadro me llevó a pensar en una tarde lluviosa y en un grupo de jovencitas de secundaria mojándose a media calle. La lluvia y las jovencitas me llevaron a pensar en la fachada de una casa rústica y acogedora. La fachada de la casa me llevó a pensar en un joven alto y bien parecido resguardando cuadros en la sala de su casa. El joven, me llevó a pensar en una niña llorando con la cara hundida en el pecho de una señora que por todos los medios trataba de distraerla de la aguja que se aproximaba peligrosamente a su brazo.
La niña y la señora me hicieron pensar en mí y en mi miedo.
De manera egoísta terminé pensando en mí y en mi miedo a las ausencias. Dios sabrá los caminos que toman mis recuerdos para aterrizar en mí después de haber viajado por incontables escenas.
Y pensar que todo comenzó con la voz de Gustavo Cerati.

domingo, 2 de enero de 2011

Fin de año

Apenas creo que el 2010 dejó caer su día 365.
Ahora vengo a recordar lejano y polvoriento el pasar del tiempo en ese veinte diez que me pareció tan prometedor, tan lleno de cosas buenas y dulces, cosas rosa pastel... y que terminó siendo un año lleno de duros tropiezos y de lecciones sangrantes.

Se acabó el año del bicentenario y del centenario, año de los dos sucesos más importantes de la historia nacional. Y como México festejaba su Independencia y su Revolución, no podía yo, menos que unirme a ésta gran celebración, emulando lo acontecido hace tanto.
Comencé la hazaña con la mínima diferencia de que yo primero inicié una extenuante y dificultosa Revolución para pasar después a firmar los tratados de Independencia.

No haré recuentos de pérdidas ni nombraré todos los inmuebles que cayeron en calidad de cenizas tras haber explotado, tampoco pediré minutos de silencio por todas aquellas gotas de agua salada y glóbulos rojos que gastaron sus vidas y dieron su último suspiro en los desolados y siempre secos campos de batalla.
No hablaré sobre nuestras derrotas, ni sobre el enemigo, tampoco hablaré de las veces que sin fuerzas y con heridas mortales me dejé caer de bruces sin importarme absolutamente nada.

Eso, ya es historia y aunque mi dolorosa memoria guarda las escenas con recelo, la palpitante esperanza que me llega en forma de mensaje texto, de llamada, de caramelo, de canción, de intermitente luz naranja en mi pantalla, me recuerda que la historia no es preciso repetirla a diario, me recuerda que basta con honrarla, dándole su lugar en los cimientos y no en las emergentes ramas.
Me recuerda mi victoria y mi despertar...y por supuesto, me recuerda, que no estuve sola.

Se acabó...se acabó el veinte diez....