sábado, 6 de abril de 2019

En una galaxia muy lejana.




Starwars significa muchas cosas en mi vida, para empezar y de  
modo muy simple es mi historia de película favorita, incluye en 
ella muchas escenas que me han servido como metáfora para 
explicar situaciones cotidianas y aclarar mis propias telarañas 
mentales.

Starwars en su trilogía original incluye al personajazo que es por 
excelencia ícono de los chicos malos: Darth Vader, que por 
supuesto es el número 1 en mi top de personajes favoritos y 
conforme avanzó el tiempo y su historia me sirvió para espejear la 
mía, Darth Vader pasó también a ser mi alter ego. Recuerdo que 
después de la muerte de mi hijo y cuando ya tenía medianamente 
resuelto mi duelo, me encantaba verme reflejada en el Anakin de 
la  escena más representativa de “La venganza de los Sith”: 
inconsciente, sin piernas, sin un brazo, con la cara y el cuerpo 
hundidos en rocas de lava. Sin esperanza. Y aún así, vivo. Anakin 
se levantó (no sin ayuda) y se convirtió nada más y nada menos 
que en el super mega lord de los Siths: Darth Vader.

El spin off “Rogue One” además de que me pareció una película 
hermosa, con una historia bien armada y con lógica dentro de la 
saga, me ayudó a explicarme a mi misma la parte más importante 
de mi vida en esos momentos: Cassian Andor y Jyn Erso muriendo 
juntos, abrazados en la playa tras haber hecho lo mejor que 
podían hacer en pro de la paz de la galaxia me conmovieron hasta 
las  lágrimas y me siguen pareciendo un par excepcional. 

Traje a Starwars a mi vida de tal manera que cuando supe que mi 
segundo embarazo me traería una niña, sólo pude pensar “ya tengo 
a Luke, y ahora tendré a Leia”. No cabía ninguna duda. Darth 
Vader era yo y yo era Darth Vader. ¿o no?

Ejemplos como los anteriores tengo varios y quien me conozca, 
sabe que con menos regularidad de la que quisiera cito las 
películas, hago referencias a la historia y sus personajes y predico 
de puerta en puerta que por favor, se tomen dos horas para ver en 
sus pantallas la sabiduría encerrada en esa guerra de la galaxia (que 
sólo es una, no sé por que en español dicen “La guerra de laS 
galaxiaS”).


Así vivía muy feliz, abrazando la empuñadura de mi sable láser 
hasta que en días pasados leí en twitter que una chica que sabe de 
lo que habla escribió: “Sólo los Siths piensan en absolutos”. ¡PUM!
¿ya debía de saberlo? Ciertamente
¿tuve pistas en todas y cada una de las películas? Las tuve
¿no entienden por qué mi sorpresa y congoja? Yo tampoco


Ese día se le hicieron grietas a mi dark heart. Este momento tan 
particular de mi vida que vengo atravesando desde hace poco más 
de dos meses me escupió esa frase en la cara. SOLO LOS SITHS 
PIENSAN EN ABSOLUTOS.

Quien alguna vez haya discutido conmigo sabe que “todo o nada” 
“siempre o nunca” son frases que uso con frecuencia, pensando en 
absolutos, como un Sith.
Y aunque ésto debiera hacerme sentir orgullosa y más cerca que 
nunca de Darth Vader en realidad me hace sentir extraña. Ya no me 
funciona pensar en absolutos, en consecuencia, ya no me funciona 
ser un Sith. 
Y aunque una vez más, Starwars me sirve para dar claridad a mis 
asuntos más personales, me orilla también a desprenderme de eso 
que he sido durante mucho tiempo.

Darth Vader no dejará de ser mi favorito pero parece ser que ha 
llegado la hora de mutar en otro personaje. Sólo espero que la 
fluidez de la vida no me lleve a colocarme en la Padmé que muere 
ahorcada a manos de un Anakin ansioso, triste, solitario y desolado.

miércoles, 27 de marzo de 2019

Sacar el polvo.

Aunque no he dejado de escribir en todo este tiempo que me desaparecí del blog, si dejé de ventilarlo y ¿saben qué pasó? Se llenaron de polvo todas y cada una de las palabras que escribí y no saqué a la luz. Se llenaron tanto de polvo que no creo posible que por el momento ustedes (o yo) podamos leerlas y comprender algo, así que hoy decidí hacerles un breve resumen de los últimos años.
Empezaremos por la mejor parte: me convertí en mamá. Dos veces. De Julián y de Mariel, ambos guapísimos. Julián murió (aunque eso seguramente ya lo saben y si no lo saben, después se los cuento). Mariel cumplió apenas los 5 meses y tiene tanta energía que sin duda los contagiaría. Y si amigos, ser mamá es toda una experiencia, un viaje en el que uno no deja de asombrarse y aprender aunque apenas tiene tiempo para respirar.
Quizá pocas personas hablen abiertamente de ello y quizá para muchos parecerá obvio pero cuando me convertí en mamá, murió una parte de mi pero nació otra y hasta ahora he tenido mucho (MUCHO) qué hacer maternando la muerte, criando a la hija y cuidando de la nueva yo.

Aprendí a patinar y me mudé de casa, trabajé en una sociedad civil donde conocí personas increíbles que rápidamente se hicieron parte de mi historia, empecé a trabajar en un Centro de Atención Múltiple que era mi sueño desde que empecé la carrera y no he dejado de aprender un sólo día en ese lugar.
Fortalecí vínculos sentimentales muy fuertes y que han significado mucho y descuidé otros que también eran muy fuertes. Y a pesar de ello, aún no comprendo como funciona el vaivén de las emociones y los pensamientos humanos. Somos un misterio que sigo tratando de resolver.

De pronto, me doy cuenta de que en éstos años pasó tanto y tan rápido que no sé bien como explicarlo todo. Sin embargo creo que ya les he dicho lo más importante y con ésta breve entrada me permito amigos, sacar un poco del polvo que había caído también aquí, sobre mis manos y mi teclado.