martes, 1 de octubre de 2013

Cartas II

Hoy como tantas otras veces, me acordé de tí.
Si he de serte sincera, no me gusta mucho hablar acerca de ti con la gente, me queda claro que no te entienden y que piensan que soy una romántica por llevarte en mi pensamiento después de tanto tiempo...Que en realidad ni es tanto, tres años atrás nos conocimos y fuimos la pesadilla mutua durante todo un año, tal vez más.

Volviendo a la línea inicial de ésta carta, hoy me acordé de tí y el motivo es muy simple: al comienzo de éste ciclo escolar, cayó en mis manos un niño como tú, con el mismo diagnóstico que tú, pero con una historia muy distinta. Él es más grande que tú y sueña con ser chef, me agrada, como me agradaste tú pero de una forma diferente, no podría explicártelo.
Volví a pensar en que pude haber hecho más por tí, aunque tal vez me equivoque por que lo cierto es que hice todo lo que estuvo al alcance de mis posibilidades, pero intenta comprenderme...Quisiera volver el tiempo y estar ahí contigo de nuevo pero con la experiencia de hoy, quisiera haber podido lograr que entendieras que no toda la gente iba a respirar dos veces antes de pedirte que dejaras de cantar y dar vueltas y que no siempre ibas a encontrar quien ignorara tus berrinches y que eso no era bueno para tí. Quisiera haber tenido las agallas suficientes para gritarle al mundo que no te miraran como si fueras de color azul y que si tú no aprendías a leer, el mundo no se iba a caer a pedazos pero tampoco iba a estar esperando a que lo consiguieras y que lo mejor que podíamos haber hecho por tí era enseñarte a convivir sin intentar someterte al molde.
No necesito decirte que no lo hice. Pasé por tu vida y me fui esperando que a mi partida se te diera el trato que yo te di y no fue así. Tal vez la vida nos reúna más adelante o tal vez no.
Confío en que al menos cerca de tí haya alguien que se ocupe de lo esencial y tú, pequeña mía, puedes confiar en que yo haré con los niños que lleguen a mi lo que hice contigo...Y un poco más.

Siempre te llevo en mi pensamiento.
Octubre 2013

martes, 15 de enero de 2013

Primer libro

Recuerdo con claridad el primer libro que leí...lo encontré un día husmeando en los cajones de mi madre cuando apenas tenía 6 años. Me gustaba abrir uno de sus cajones en especial por que en el guardaba todas sus cosas de médico: botiquín, estetoscopio, otoscopio, abatelenguas y demás instrumentos que de solo verlos te sentías enfermo.
En ese cajón había también varios libros que nunca antes habían llamado mi atención; pero un buen día, el libro del Principito resbaló de entre las cosas de mi madre y cayó al suelo. Ví que en la portada se dibujaba un niño y automáticamente pensé que era un cuento. Me recargué en el filo de la cama y comencé a leerlo, de pronto me cansé del suelo frío, guardé el libro y me fui a jugar a otro lado. Varias veces repetí la operación hasta que un día mi madre me encontró sentada frente a sus cajones con el libro entre mis manos y me dijo: "llévatelo a tu cama" y me prestó un separador.
No sé a ciencia cierta cuanto tiempo después terminé por fin de leer "El principito" pero lo que sí se es que hoy, 18 años después, sigue muy viva en mi cabeza aquella imagen de la serpiente digiriendo un elefante y se también, hoy más que nunca que en efecto, los adultos no entienden nada.