miércoles, 27 de marzo de 2019

Sacar el polvo.

Aunque no he dejado de escribir en todo este tiempo que me desaparecí del blog, si dejé de ventilarlo y ¿saben qué pasó? Se llenaron de polvo todas y cada una de las palabras que escribí y no saqué a la luz. Se llenaron tanto de polvo que no creo posible que por el momento ustedes (o yo) podamos leerlas y comprender algo, así que hoy decidí hacerles un breve resumen de los últimos años.
Empezaremos por la mejor parte: me convertí en mamá. Dos veces. De Julián y de Mariel, ambos guapísimos. Julián murió (aunque eso seguramente ya lo saben y si no lo saben, después se los cuento). Mariel cumplió apenas los 5 meses y tiene tanta energía que sin duda los contagiaría. Y si amigos, ser mamá es toda una experiencia, un viaje en el que uno no deja de asombrarse y aprender aunque apenas tiene tiempo para respirar.
Quizá pocas personas hablen abiertamente de ello y quizá para muchos parecerá obvio pero cuando me convertí en mamá, murió una parte de mi pero nació otra y hasta ahora he tenido mucho (MUCHO) qué hacer maternando la muerte, criando a la hija y cuidando de la nueva yo.

Aprendí a patinar y me mudé de casa, trabajé en una sociedad civil donde conocí personas increíbles que rápidamente se hicieron parte de mi historia, empecé a trabajar en un Centro de Atención Múltiple que era mi sueño desde que empecé la carrera y no he dejado de aprender un sólo día en ese lugar.
Fortalecí vínculos sentimentales muy fuertes y que han significado mucho y descuidé otros que también eran muy fuertes. Y a pesar de ello, aún no comprendo como funciona el vaivén de las emociones y los pensamientos humanos. Somos un misterio que sigo tratando de resolver.

De pronto, me doy cuenta de que en éstos años pasó tanto y tan rápido que no sé bien como explicarlo todo. Sin embargo creo que ya les he dicho lo más importante y con ésta breve entrada me permito amigos, sacar un poco del polvo que había caído también aquí, sobre mis manos y mi teclado.