domingo, 27 de diciembre de 2009

Me he portado mal.

Me he portado muy mal últimamente. Pero la culpa no la tengo yo, y no es excusa, tampoco pretendo responsabilizar a nadie...De acuerdo, sí es mi culpa.
Me he portado mal y es mi culpa, de nadie más.
Está grave eso de portarse mal.
Mi mal comportamiento me hace parecer un ogro; cuando me porto mal yo no soy divertida como los niños pequeños que rompen un jarrón o derraman la sopa.

Hace algún tiempo un agente externo que a la fecha ya empiezo a creer que es patógeno, arribó a mi sistema proyectando luces de color neón, neón y chillante, todo un espectáculo de lo más desagradable. Entró intempestivamente y sin presentarse; no hace falta que lo haga, yo le conozco lo suficiente. Se acomodó al fondo a la izquierda pegándose como lapa a mis pensamientos intocables...así es...se atrevió a pegarse a la puerta dónde duerme el fénix.
Toleré su presencia durante varias horas y el fénix se dedicó a ignorarla olímpicamente.

Respiré profundo mientras veía como su gélida corporeidad carcomía la pintura de la puerta y las paredes, comencé a jugarle bromas pesadas mientras el fénix no me veía...sólo pensaba en hacerle daño y conseguir alejarla de su "nueva morada" para trabar con ella una batalla justa.

Pero se dió cuenta... el fénix se dió cuenta de mis maquinados movimientos, de mi inconsistente concentración, de mi bilis matutina y me encerró entre sus cuatro paredes para exigirme una explicación...
-¿por qué es que te portas tan mal últimamente?-
-no me porto mal-
-sí, si lo haces, respondes mal, rompes las cosas, no comes bien, olvidas los deberes-
-pués sí me porto mal es tu culpa-
-¿por que mi culpa?-
-por que viste que llegó y se pegó a tí y lo está descomponiendo todo y tú no dices nada, es ESO lo que me tiene así y hace que me porte mal-
-¿quién la hizo venir?-
-yo no...-
-yo tampoco, y a decir verdad no me importa que esté aquí, es un fantasma, es nada, y yo no siento que esté descomponiendo nada, más bien creo que eres tú la que está desarreglando todo tratando de desaparecer algo que ni siquiera está aquí...-

El fénix se fué caminando sereno como siempre y cerrando la puerta tras de sí. Le gustaba jugar con mi mente y era eso lo que acababa de hacer...¿cómo me decía que no estaba ahí cuándo yo la veía más viva que el sol burlándose de mí por todas las esquinas diciéndome cosas horrendas?, el fénix estaba perdiendo la cordura. Y yo estaba perdiendo la calma.
Me recosté en la cama que no era la mía y tomé la almohada del fénix...olía a él, todo olía a él, se había adueñado por completo de esa pequeña habitación a la que llegó aquel soleado jueves de octubre.
Me quedé dormida pensando en que quizá tenía razón, yo debía empezar por creerle más al fénix, y por ahí, probablemente era buena idea empezar...sí el decía que todo era producto de mi imaginación y que no había nada pegado a su puerta más que mi acechante mal humor, yo le creía...yo quería creerle y lo iba a hacer.

La visión no estaba ahí...está muerta, yo la traje de entre los escombros y la metí en mi cabeza...en la mía por que en la del fénix no cabe, ¡¡él sólo veía polvo donde yo veía un gigantesco volcán!!, y yo debo empezar a ver menos que polvo.

Y ahora vengo aquí, con sus palabras resonando en mi cabeza: "es un fantasma, es nada".
Vengo aquí sintiéndome fatal por portarme mal con el fénix que sólo me ha dado amor y tranquilidad.
Vengo aquí repitiéndome que la espeluznante pesadilla "es nada" y ya no importa.
Vengo aquí en un intento por redimir el camino y pedirle al fénix que me castigue, pues me he portado mal...