domingo, 24 de abril de 2011

Precios

Dice la maestra Cecilia que a veces, el precio por ser quienes somos es muy alto y cuando lo pagamos nos damos cuenta de que en realidad, no valió la pena.
Por su parte, Mulán dice que al demostrar quien realmente es, "gran dolor podría causar".

Yo le rebatí a la maestra Cecilia y muy sobrada de mí misma le dije que yo no lo creía, y que egoístamente, prefería pagar ese precio, por muy alto que fuera.
A Mulán no le discutí nada, pero igual lo pensé.

Justo en estos días, han llegado hasta mi puerta varios recibos que debo pasar a pagar por ser quien soy, algunos me llegan cada mes con la cuenta del teléfono y ya entran dentro del presupuesto acostumbrado, pero hay unos que son nuevos y que me llegaron con una suma que no sé si quiera pagar; pero pues tampoco puedo quedarme con la deuda eternamente...

martes, 19 de abril de 2011

Cartas

Perdí la buena costumbre de enviar cartas. No me acuerdo donde, mucho menos me acuerdo por qué pero sé bien que la perdí; o tal vez me la robaron. En realidad no importa mucho.

Los decires de Carla Morrison me hicieron desear enviar cartas y eso sí es algo que viene importando mucho para ésta entrada por que aquí es precisamente donde se me antojó enviarlas. Puede que sea por cobardía a enviarlas al destinatario único para cada caso o puede que sea por que quiero alardear de lo que diré en dichas cartas...en realidad no quiero ponerme a pensar en la génesis del asunto por que me llevaría a una introspección que ando queriendo evitar desde que me dí cuenta de que mi costumbre de enviar cartas había desaparecido.
Comencemos pues.

Seis letras dos puntos
No puedo decir que te merezcas una carta por que nunca he acostumbrado eso de dar las cosas por merecimiento, ten por seguro que si lo hiciera de ese modo, daría mucho menos de lo que doy de mi misma a los otros. No me malinterpretes, tampoco estoy diciendo que no te la merezcas, simplemente digo que te la quiero dar y punto. ¿Sencillo, no? Sé que para tí no lo es tanto.
Buenos los ratos que hemos compartido, la sombrilla que se posa justo por debajo de la nube negra que me sigue a donde voy, me dice en silencio que lo haga durar, que haya más ratos de esos, y yo, con voz bajita, casi en un susurro le pido que no me diga nada porque junto a tí he aprendido que cuando uno quiere embotellar esos momentos, es cuando menos buenos saben.
"Que duren" le digo y te digo así sin más.
No sé si te hayas formado una idea de lo mucho que te vengo queriendo en éstos días, pero pues en un lenguaje claro y suficiente te digo que te quiero como para darte un abrazo que dure mil años. Eso sé que si me lo entiendes.

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Cinco letras dos puntos
¿Qué tan cercana se puede volver la gente? Alguna vez alguien me dijo que el amor es cuando las personas están cerca de tí de continuo, que el amor es cuando el hecho de que alguien esté contigo ya no representa novedad, que vives con ellas, te enojas con ellas y sigues amándolas con la misma intensidad, sin decepciones y sin ataduras. Habría que pensar al respecto pero sí algo sé es que estás en mi vida de continuo y sin novedad pero siempre con una sorpresa recurrente. ¿Cabe pedirte que te quedes? ¿Sí?, entonces te lo digo como la antesala del resto de la vida: Quédate.

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Cuatro letras dos puntos
A veces me parece mentira recordar esa grieta que se abrió entre nuestras manos una vez, y sin embargo, vivo convencida que el buscar saltar la grieta es lo que nos tiene hoy sentadas aquí, justo al lado de la otra cantando canciones tontas y limpiando lágrimas en cada oportunidad. ¿Quién mejor que tú para hacerlo? ¿Quién mejor que yo para pedirlo?
Que importante te volviste de pronto, de rápido, de una vez y para siempre. Mi hermana, mi cuatro letras, mi chica. Esa que me canta vía mensaje de texto y recibe mis regaños vía tweet.

Los amos fitipaldis, sépanselo.
Paulina Vargas López


domingo, 17 de abril de 2011

Vuelo de prueba

Ayer llegué a la sala de espera con mi pequeña maleta y mis lentes de caricatura.
"Ésto es un sueño, en la vida real yo no uso lentes oscuros porque pues...no veo"
No había mucha gente en la sala, pero ese es un dato que viene siendo irrelevante y completamente natural si recordamos que ésto es un sueño.

-Señorita Vargas, acompáñeme- oí decir a una mujer alta y esbelta que apenas me miró y yo pues...hice lo que me pidió: la seguí a unos diez pasos por detrás.
-Éste es su uniforme y ahí esta su avioneta, recuerde que solo es el vuelo de prueba y no hay nada que temer-

¿Qué podía pasar si todo ésto es un sueño? Me puse el uniforme con el que me veía un poco temeraria y también un poco fuera de época: pantalones color arena con bolsas múltiples, zapatos del mismo color, blusa blanca sin mangas y mis lentes de caricatura; me subí a la avioneta y no tuve ni siquiera vértigo. Se sentía bien, a decir verdad.

-¡¡Tome el volante señorita Vargas!!, ¡¡Debe dar vuelta a la llave!!- me gritó la mujer esbelta que ya no se veía tan alta desde el asiento principal de la avioneta.
Levanté mi pulgar derecho y se lo mostré con una sonrisa chueca; en seguida tomé el volante con la mano izquierda y con la derecha dí vuelta a la llave. El motor de aquella pequeña avioneta comenzó a traquetear y las llantas empezaron a girar más rápido de lo que hubiera querido.
Todo ésto no es más que un sueño, un vuelo de prueba en un sueño.

En menos de dos minutos yo ya estaba volando aquella avioneta. Fue sencillo; era un sueño al fin y al cabo.
Dí algunas vueltas y me sudaron las manos al ver lo lejos que estaba de la sala de espera. Sentí el aire en mi rostro y ninguna gota de brisa empañó mis lentes de caricatura.
Todo salió bien, un vuelo de prueba digno de un buen sueño.

Logré aterrizar a unos metros del lugar de despegue y es que bueno, no todo podía ser posible aún siendo un sueño.
Descendí de la avioneta y comencé a sentirme mareada, no vi a la mujer esbelta por ningún lado y tampoco tenía mucha idea de donde buscarla.
El mareo se hizo considerablemente más intenso y logré sentarme antes de caer desmayada porque eso hubiera sucedido. Es un sueño y puedo adivinarlo.

Sentí que alguien me sacudía tomándome por los hombros y abrí los ojos esperando ver a la mujer esbelta a través de la negrura de mis lentes de caricatura, pero no.
Lo que vi fue la claridad del rostro de mi maestra, de mis maestras, todas ellas en una sola.

-"Toma el volante y gira la llave Paulina, éste es el bueno"- dijeron ellas al unísono y supe que no era más un sueño, mucho menos un vuelo de prueba.